Canario de canto español

1.- Introducción.

Aunque a muchos criadores, sobre todo extranjeros, les resulta sorprendente la pugna existente en el seno de la canaricultura de canto española, ésta es tan antigua como la historia de nuestra canaricultura deportiva moderna. El enquistamiento de la problemática que desde sus orígenes arrastra nuestra canaricultura de canto se debe en gran parte a la idealización que en su día se hizo del cuasi mítico canto del canario del País y que desembocó en dos modelos completamente diferentes de canario. Al concurrir ambos modelos, por diferentes circunstancias, en el estándar del Timbrado F.O.C.D.E., se inició una polémica que ha sido utilizada en diferentes momentos de la historia de nuestra Ornitología Deportiva como arma arrojadiza por las dos principales federaciones nacionales (F.O.C.D.E. y F.O.E.), lo que explica, per se, el temor reverencial que la cuestión timbradista ha provocado desde siempre en los estamentos políticos de la canaricultura española e incluso internacional

El Código del Timbrado de F.O.E. ha variado poco respecto al elaborado por Alejandro Garrido en 1950 y menos aún si lo comparamos con el aprobado por la C.O.M. en 1962, lo que implica un modelo de canto definido y fácilmente identificable hasta por profanos en la materia, ello confiere al Timbrado F.O.E. un sello de identidad racial del que, lamentablemente, se carece en F.O.C.D.E.; ya que los Códigos de esa federación se han caracterizado desde 1976 por un ejercicio de malabarismo político para contentar a las diferentes tendencias, pecando por ello de una indefinición que hace prácticamente imposible que alguien ajeno a la raza pueda intuir siquiera qué caracteriza su canto. Esa y no otra es la razón por la que a pesar de que el estándar F.O.C.D.E., con algunos matices, es el reconocido oficialmente por la C.O.M. muchos aficionados extranjeros prefieran el estándar F.O.E.

2.- Antecedentes históricos.

Será preciso que vayamos hacia atrás en el tiempo, a la España de la posguerra, concretamente a finales de la década de los años cuarenta.

Entre finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, partiendo del indefinido canario del País1, que a pesar de su mitificación no dejaba de ser más que el canario común criado en España, se empezó a trabajar en pro de la consecución de un canario de canto que fuera representativo de la Canaricultura nacional. Si bien el objetivo era uno, dos fueron los caminos elegidos para conseguirlo, caminos que, lejos de converger, con el tiempo fueron separándose más y más, hasta el punto de que desembocaron en modelos de canto claramente antagónicos.
En F.O.E., de la mano, principalmente, de Garrido, Serrano, Crespo, Pulido y Lacomba, se seleccionó un canario de canto metálico, alegre, variado y de repertorio estereotipado, primando la emisión de giros de texto fonético limitado fácilmente identificables, entre los que destacaban los timbres, el CHAU y el PIAU, considerados básicos y hereditarios y que conferían gran homogeneidad al conjunto de los ejemplares. Como la base de la canción de este tipo de canario eran los timbres se le denominó Timbrado Español.

Paralelamente a ese trabajo, en el Grupo de Pájaros del Sindicato Nacional de Ganadería, se llevaba a cabo otro muy diferente tendente a la consecución de un canto basado en los giros de ritmo no continuo y texto fonético ilimitado, preconizado, principal que no exclusivamente, por Drove, Ruiz, Rico, Pérez Manso, Ecalle y Bouzo, que buscaban canarios que destacaran por sus dotes interpretativas y cuyo canto fuera valorado más por sus cualidades y excelencias musicales que en función de la mecánica cumplimentación de una planilla de enjuiciamiento, como acontecía en otras variedades, en las que la puntuación total era simplemente la suma de la valoración individualizada de cada uno de los diferentes tipos de variaciones emitidos, en detrimento de la valoración global del canto . Estos autores denominaban a su canario de Canto Español o Cantor Español, cuyo referente eran ciertos canarios criados a principios de siglo en algunas comarcas catalanas y de los que sólo quedaban referencias idealizadas de aquellas personas que los habían conocido, como era el caso de Drove, originario de Vich.

Mientras en Asturias se iban sentando poco a poco las bases de su canario de canto, en la capital del Reino se iba más deprisa y se trabajaba a destajo. La consecuencia fue que F.O.E. presentó en primer lugar el fruto de su trabajo consiguiendo que su canario fuera reconocido internacionalmente.
Ante el reconocimiento del Timbrado F.O.E. y dado que éste se presentaba como la culminación del proceso selectivo del canario del País, se alzaron las voces de los que defendían que el auténtico y genuino canario del País no era el Timbrado de la F.O.E., que si había un tipo de canario merecedor de ser considerado como descendiente de aquél ese era el asturiano. Ese es el origen de una polémica que dura ya más de medio siglo.
Volviendo a principios de los años sesenta y después de lo dicho, resulta fácil comprender por qué el canario de canto asturiano no tenía cabida en el estándar del Timbrado F.O.E., se trataba de otra variedad. Lejos de reconocer esta realidad y de plantearse el reconocimiento racial de sus canarios, los defensores del canario asturiano defendían, siguiendo a Drove, la idea de que su canario era el auténtico heredero de los antiguos canarios del País y el único con méritos suficientes para representar a la canaricultura de canto española frente al según ellos bastardeado Timbrado F.O.E.

Mientras F.O.E. se convirtió en garante de la pureza racial del Timbrado, en el Grupo de Pájaros y su sucesor la A.O.N.S., los defensores del Cantor Español fueron imponiéndose, ayudados por los jueces y aficionados de Andalucía, que ya en aquella época optaron por un tipo de canario de canto ecléctico que conjugaba las virtudes de ambas variedades de canto. Ejemplo de esta entente fue el Código de Córdoba de 1976, que se refería a la raza como canario de Canto Español (Timbrado) y el principio de la explicación de la denominación Timbrado por el timbre de voz metálico de la raza y no por la emisión de timbres. A juicio de los defensores del Timbrado con este Código se trataba de sustituir una variedad de canto por la otra y aprovechar la vitola de raza internacionalmente reconocida del Timbrado Español.

Desde entonces, en el seno de nuestra federación han coexistido no ya dos sino tres tendencias, convirtiéndose la intermedia, hoy por hoy, en la criada mayoritariamente; siendo considerada en la actualidad como la legítima heredera del Timbrado original, ya que el canto de estos ejemplares respeta los parámetros básicos del Timbrado, búsqueda de repertorios variados conformados por giros de los tres ritmos básicos de emisión y completos en relación a los diferentes tipos de giros que configuran la planilla de enjuiciamiento.

3.- La triple personalidad del Timbrado.

La coexistencia no ha sido del todo pacífica, ya que cíclicamente se han desatado pugnas internas entre los criadores de una u otra variedad por conseguir imponer su tipo de canto sobre los otros. Ejemplo de esto lo representa lo acontecido cuando se integró la A.C.E., con sus jueces F.O.E., en la A.O.N.S. y que tras varios años de crispación y acalorados enfrentamientos entre Albino Fernández Terán, defensor de los criterios A.C.E.-F.O.E. y Rafael Martínez Bouzo, acabó en el nombramiento de una Comisión Gestora en la Comisión Técnica de Timbrado de la ya F.O.C.D.E.; esta comisión elaboró el Código de Canto de 1987, cuyo texto reprodujo casi íntegramente el del Código de Córdoba de 1976.

Resulta evidente qué es lo que define al genuino y auténtico Timbrado Español y si hacemos un estudio objetivo tendremos que llegar a la conclusión de que los únicos canarios que responden a dicha definición son los llamados Timbrado F.O.E, también popularmente llamado clásico, e Intermedio, cuya base genética canora son los timbres, los CHAUS y los PIAUS, en el caso del Timbrado F.O.E., con el complemento de una serie de giros, más o menos importantes, que se combinan con los básicos para crear canciones que se ajusten lo más posible a la planilla estándar.

Por el contrario, el Canario Discontinuo, popularmente llamado floreado, basa su canto en la improvisación, en su capacidad de crear y combinar en canciones musicalmente complejas y atractivas infinitos sonidos de ritmo no continuo, timbre variado y texto fonético ilimitado. La emisión de giros de ritmo continuo (timbres y rodadas) y de ritmo no continuo de texto fonético limitado (cascabel, castañuela, Chaus, Piaus, Campana, etc.) confiere a las canciones de los canarios que los realizan una apariencia de semejanza canora de la que carece el Canario Discontinuo, cuya tarjeta de presentación es, precisamente, la diversidad en estado puro. Se trata, en suma, del canario cantor por excelencia, un ejemplar creado para componer y que por ello requiere de una selección genética especialmente exigente: no basta sólo con elegir a los ejemplares que posean los aparatos de canto más adecuados sino que además deben demostrar su talento para utilizarlo de la forma más eficiente desde el punto de vista musical2.

4.- El Canario Discontinuo, una raza con personalidad propia.

Por la variedad y diversidad canora de este tipo de canario, cabría pensar que se trata de un canario de canto indefinido y, por tanto, inmerecedor de ser considerado como genuina raza de canto, pero nada más lejos de la realidad. La homogeneidad canora de los ejemplares de la raza se basa en la especialización en los giros de ritmo no continuo, principalmente los de ritmo discontinuo (cuatro ó menos sílabas emitidas por segundo), emitidos en registros tonales medio-altos y moderadamente altos y color tímbrico predominantemente brillante, cualidad esta que debe acompañar y personalizar a los giros del resto de colores tímbricos emitidos por los ejemplares de esta modalidad. Además de lo anterior, entre las características principales del Canario Discontinuo, junto al desarrollo de los giros de ritmo discontinuo de emisión lenta, está la de que, por su método de selección, se ha puesto especial hincapié en el desarrollo canoro de los llamados giros compuestos, en conjunción horizontal (uno junto a otro en el mismo ataque o sonido) y vertical (percepción por el oyente, real o como consecuencia de fenómenos acústicos, de dos o más sonidos emitidos al mismo tiempo o de forma superpuesta o encabalgada; fruto de la posible participación en su emisión de ambas partes de la siringe –patrón de fonación bilateral, frente a la lateralidad o predominio de la producción sonora en uno sólo de los lados de la siringe reinante en las otras razas- o de la actuación del complejo sistema de filtros sonoros presentes en la motricidad del canto del canario).

5.- Deslinde del Canto Timbrado y del Canto Discontinuo.

Los aficionados a los canarios de canto españoles nos encontramos con un grave obstáculo reglamentario, ya que los más de cincuenta años de tiras y aflojas han hecho que tanto el Timbrado como el Discontinuo estén, hoy por hoy, confundidos en el estándar del Timbrado Español F.O.C.D.E. Estándar excesivamente heterogéneo y ambiguo. Ello hace que ninguna de las dos modalidades pueda evolucionar libremente y que, como se ha puesto de manifiesto a través de nuestra particular Historia, las zancadillas de unos a otros han sido la tónica general; pues ambas tendencias han pretendido ser las únicas merecedoras de ser consideradas herederas del ya citado mítico canario Del País.
En los últimos años la situación ha llegado a extremos tales que la inmensa mayoría de los aficionados ve conveniente la separación del Canto Timbrado y del Canto Discontinuo. Ahora bien, para unos debe hacerse convirtiendo ambos cantos en sendas variedades de una misma raza: el Timbrado Español. Para otros, por el contrario, la separación debe hacerse en dos razas claramente diferenciadas.

De una u otra forma, la afición demanda la separación deportiva en las competiciones de ambas modalidades.

Estudiadas y analizadas todas las posturas hemos considerado que lo verdaderamente importante, en una primera fase, es deslindar, separar, marcar los límites de ambos tipos de canto para que los aficionados puedan elegir libremente con qué modalidad se sienten más identificados y puedan optar por el cultivo de una u otra. Por ello, siguiendo el sentir de la afición hemos elaborado una Hoja de Ruta que pretende guiar el proceso de separación técnica del Timbrado y del Discontinuo.

En nuestra opinión, el proceso debería culminar con el reconocimiento internacional del Discontinuo como raza independiente del Timbrado, aunque con el ánimo de aunar esfuerzos y voluntades, dejaremos este importante extremo fuera de la primera fase, la del deslinde. Sea como fuere, serán en todo caso los criadores los que tendrán la última palabra en todo este proceso, conscientes de que sin UNIDAD ni una ni otra opción serán posibles.